Sí, soy una amarga.

Me irrita soberanamente el/la molesto/a, presente en todas las fiestas de cumpleaños, que, al término del clásico "Feliz Cumpleaños" insiste en cantar esa canción espantosa de "Feliz, feliz en tu día". Quizás detesto el agregado teológico (Ni soy tu amiguito, ni creo en Dios, así que ahorráte la bendición y dame el vuelto), pero fundamentalmente creo que el concepto queda claro con la primera canción. No necesito que sigan cantando.
AGRAVANTE 1: La deformación pretendidamente graciosa de "Feliz, feliz en tu día", no sólo violenta, sino anacrónica. Es más probable que me caiga un rayo que que me pise un tranvía en el siglo XXI.
AGRAVANTE 2: EL homenaje a la canción imbécil: "Salute, felicidades". A Nico Repetto habría que lincharlo en la Plaza Mayor por haber popularizado ese tema.
AGRAVANTE 3: El tío y/o/ pariente tarado, que, ya grande y todo, insiste en cantar todo el potpourri de irritantes canciones cumpleañeras... AAAAAAAAAAAAAAAARGH!

A pedido de mi padre, por otra parte, inicio una petición para erradicar las velas esas que se vuelven a prender después de apagadas, hasta que uno las ensaliva todas, quemazón de índice y pulgar mediante, o, en casos más graves, tira la torta y grita en voz alta su deseo cumpleañero (Arriesgandose a que no se cumpla) "Se van todos a la....". Ya no es ni gracioso ni sorpresivo que no se apaguen las velas.
Las bengalas de torta tampoco le gustan a mi Papá, pero a mí me parecen simpáticas y el blog es mío, asi que las bengalas quedan. ÑAÑAÑAÑA!