Charlas matutinas

Durante todo el verano le pregunté a todos los que me cruzaba "¿Porqué los seres humanos, de chicos, tenemos esa inmensa vocación de perro?" Acompañaba mi pregunta con un paneo por la playa. La gente tomaba sol, y, allá donde el mar tapa la arena cada tanto, haciéndola blanda, se podían ver montones de críos, de entre 2 y 10 años, cavando con todas las manos que tenían disponibles. Los más grandes hacían un pozo para que se llenara de agua, y esas cosas que no por inútiles dejan de ser entendibles y entretenidas. Pero los más chiquitos, ni siquiera saben para qué cavan. Es instintivo. De ahí mi pregunta.
Nadie me supo dar una respuesta satisfactoria. Una noche, me quedé con uno de esos amigos íntimos que uno se hace en la playa, ambos tirados sobre la arena, mirando el amanecer. Formulé mi pregunta. Este pibe me sorprendió con la respuesta más dulce, más linda, más poética y más simple de todas. "Buscan" dijo él. "¿Qué buscan?" repregunté. "No sé. Algo. Buscan algo". "¿Y porqué después dejan de buscar?" cuestioné. "Y" dijo él "Es obvio que si te pasás todos los veranos durante 4 o 5 años buscando algo, y no lo encontrás nunca, terminás por desilusionarte y rendirte"
Asentí con mi expresión filosófica y miré al sol subir. El único problema es que ahora me encantaría saber qué es lo que buscan. Los chicos siempre saben más.