14.1.06

Escuchas

No hay nada más irritante que cuando uno viene escuchando atentamente la conversación (que suele ser por demás apasionante) entre dos personas en un bondi, tren, trole, subte o cualquier transporte público, sacando conjeturas, preocupándose por no mirar demasiado fijo, imaginándose a los terceros en cuestión, e incluso tomándose el trabajo de rellenar aquellas partes de la charla que uno no escuchó por motivos obvios, dada la publicidad del transporte, y las personas charlantes se bajan, en plena cima de la historia, dejándolo a uno con todas las intrigas, todas las preguntas, todas las dudas, y toda la pasión que caracteriza a un buen telenovelero. Una variante es cuando uno llega a su estación, y debe bajarse, mirando de reojo a los charlantes, como diciendo "disculpá que no me quede hasta el final, me interesa... Pero vos también, podrías haberte apurado, no ves que me tengo que bajar?" El charlante, ni enterado. Muy frustrante.
Juro que algún día me voy a enterar si la minita joven que acompañaba en la línea "D" a un tipo de barba y traje, de cincuenta y tantos, que se había separado y cuyos hijos acudían a él en busca de ayuda porque "con esa loca no pueden vivir, fijate que les tiró con unos zapatos", que además decía "Viste que ahora estoy en la facultad", y nunca me enteré si estudiaba o enseñaba en la facultad, era la amante o no.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muy cierto. Y aunque no es muy común en mí, ya que trato de no hacerlo, no logro evitar escuchar alguna que otra conversación ajena durante los viajes en transportes públicos. Por suerte o por desgracia, nunca hé tenido la oportunidad, que yo recuerde, de haber oido alguna conversación más importante que alguna opinión sobre política, deportiva (en referencia a la última fecha del torneo en vigencia o al D.T. de la Selección Nacional de futbol), alguna discución entre un pasajero y el chofer, y, por supuesto, no podía faltar aquel comentario sobre el clima. Pero es cierto, nunca lo había pensado de ese modo. Creo que tendré que, a partir de ahora, prestar más atención a las conversaciones ajenas. Aunque también encuentro una contra en estas situaciones. Como por ejemplo cuando uno viene leyendo un apunte o libro para la facultad, no muy interesante por cierto, y como es costumbre, capturan toda la atención de uno para darse cuenta que finalizado el recorrido uno ha desperdiciado todo el tiempo en escuchar a un señor opinando sobre la presidencia de Ramón Puerta. Que, obviamente, no contribuye ni un pizca a la materia en cuestión.
Aprovecho, por otro lado, para anunciar mi cambio de identidad, ya que como mi ex-colega ha renunciado a su puesto, yo subo un lugar en la tabla y paso a ser el Anónimo Nro. 1. Aunque de todas formas en poco tiempo daré a conocer mi identidad.
Saludos

1:45 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home