24.4.06

¿Qué velorio, qué velorio?

¿Vieron qué momento incómodo cuando uno se entera de primera mano que murió alguien al que uno no era muy cercano? Uno se siente obligado a decir algo. Pero "mis condolencias" suena muy a siglo XVIII, "mi más sentido pésame" es muy aparatoso. Lo más pasable es "lo siento mucho" pero la verdad es que por ahí no conocíamos al cristiano más que de cruzar un "hola" cada tanto, en cuyo caso no lo sentimos tanto y estamos siendo netamente hipócritas.
Otra cosa complicada de las muertes es que uno tiene esa tentación heredada, intrínseca al ser humano, de decir cosas profundas. Caemos entonces en esas frases casi ridículas de tan trilladas, como "no somos nada", "de polvo somos...", razonamientos filosóficos a los que todos los oyentes adhieren, asintiendo con cara de circunstancia, como por ejemplo "¡Qué barbaridad! Uno se preocupa por nimiedades, y un día te dicen `tenés cáncer`y todo se reprioriza. Por eso digo yo, siempre, que hay que aprovechar cada día vivo al máximo, como si fuera el último. Al fin y al cabo, de eso se trata". También están los que hacen los comentarios (a veces rayanos en lo falso) sobre el difunto, como "era tan bueeeeeeeeeeeno" o "pero, ¿Cómo? Si era tan jooooooooooven", o "Pero, ¿Cómo?, si estaba baaaaaarbaro la última vez que lo ví".
Entre todas estas frases, se deslizan algunas incoherencias como "Cada vez se muere más gente (porque ahora los tiros pegan a los costados)" o la consabida "Pero ¿Cómo? Así, ¿De un día para otro?" "Si" dan ganas de contestar "Incluso de un segundo para otro. No de cualquier segundo, claro, sino ese segundo específico de diferencia entre un corazón latiendo y parando" Pero no se dice. El miedo a la muerte, característica del ser más (¿?) racional de la naturaleza, lleva a que todos respetemos cualquier frase alusiva al tema, taciturnos y meditabundos. Aunque sea una soberana pavada.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

miss you... a popósito de velorios.. qué hay de mí?? se está olvidando, zorrita!

La quiero.

SALLY

10:54 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer.
Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí .
Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado.
Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.
-No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.
Entonces le pregunté extrañado.
-Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?
Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo:
-"Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella".
Tuve que contenerme las lágrimas mientras salía y pensé:
-"Esa es la clase de amor que quiero para mi vida. El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es...”

10:03 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Justo lo que me recetó el médico. Si lo llegás a encontrar, dame una pista de dónde buscarlo...

12:57 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

I told you so all I want is you...

11:49 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home