12.4.06

Ofertones

Mi papá llegó muy contento a la mesa de la cena familiar, y nos mostró su última adquisición: Un set de tijera, cutter y agujas de coser, que había comprado en el tren "por la módica suma de dos pesos, por remate de aduana". ¡Un ofertón! Uno creería que mi viejo habría aprendido a desconfiar de los ofertones después del incidente del pochoclo (del que los lectores se enterarán en algún momento), pero no... No pudo resistirlo.
Cuestión, se sentó a la mesa, y mientras mi mamá disertaba sobre algún tema serio con montones de nombres de gente importante, mi papá probaba su tijera en el bigote. Siguió por el cutter. Y finalmente, enrojecido y con lágrimas en los ojos, prorrumpió en risas, explicando que "si las agujas no pinchan, estoy completo, porque la tijera es de lata, y el cutter no corta nada". Esto motivó un impulso a posterior de ir a buscar al vendedor y decirle "me cagaste", pero fue rápidamente abortado, dado que era un vendedor de un tren que nadie en casa toma nunca y que, como excepción, había tomado esa mañana papá.
En defensa del pater familiae, quiero agregar que los "ofertones" son difíciles de rechazar. A mí, por ejemplo, me tiene tentada el que vende "para el estudiante y el oficinista" un set de resaltadores a 1 peso. Yo creo que no se los compré, porque el otro día pasó vendiendo alfajores, y un tipo que se dedica a cualquier rubro, sea alfajores, resaltadores o autos, así a la que te criaste, según lo que se cayó de un camión, es poco serio.